Resulta difícil y apasionante seguir este juego, si pierdes algún detalle o alejas, aunque sea durante breves instantes la vista de la pantalla. Cómo decía mi querido calvo (creo que era él), si parpadean se lo perderán.
Desde la tarde del viernes, hasta esta mañana de domingo en la que escribo, han pasado tantas y tantas cosas que, tratar de narrarlas con detalle es tarea de locos. Y yo no tengo ni la capacidad ni la paciencia para hacerlo. Aún así, como soy un bocazas y no puedo dejar de escribir de forma compulsiva cuando algo me atrapa y me emociona, voy a tratar de parir un cagarro que no me de mucho asco.
El viernes por la tarde, Indhira y Arturo (fundamentalmente este), parecían dos perros acorralados, hasta los cojones de todo y con ganas de saltar la verja y abandonar la partida. Sintiéndose aislados y observados continuamente por el resto en cada uno de sus movimientos, el de Irún, afirmaba que se largaba de allí el domingo próximo y que no renovaría su contrato bajo ningún concepto. Y la india, encantada de tenerle sólo para él (como amigos, que parece que el vasco ha aprendido la lección y ahora afirma que su delfín ya no es “salvaje”, si no “de zoológico”), asentía y parecía desear largarse con él (o al menos, que el se pirase sólo y así mantenerle alejado de las mujeres de la casa).
Pués bien, tras una noche de acercamientos y buen rollo (previamente, todos los demás ratoncillos habían ido al confesionario a pedir a gritos que echasen a la feliz parejita… o eso comentó Melania el sábado por la tarde), nos despertamos en la mañana de ayer con un buen rollo cojonudo, con un Arturo feliz, integrado y en su salsa, hablando con todos y llegamos a la noche, con el vasco diciéndole por cuarta vez en el día a Melania, lo buenísima que está, a la de Morella poniéndole ojitos y pidiéndole por favor que su pescado de la cena, se lo haga a la plancha vuelta y vuelta sin nada más. Al mismo tiempo que tenía lugar esa conversación, justo al lado, Indhira escuchaba a Piero contar su vida y milagros (después de casi cuatro horas el pelmazo del italiano, había dejado POR FIN de hacer sus putos ejercicios gimnásticos y le prestaba una mínima atención a otro ser vivo).
Todo parecía en calma e incluso menda, fantaseaba con un cruce entre parejas que avivase la función, rodeados los cuatro por secundarios impagables que aderezaban la salsa, convirtiendo el festín en un suculento manjar (probablemente el mejor y más delicioso que yo he degustado dentro de esa casa). Pero (tras el enésimo corte de los hijos de puta de Zeppelin, que fieles perros de su ama Pilar Blasco, no cejan en robarnos y jodernos continuamente, privándonos de más de la mitad de todo lo que pasa, da igual que paguemos que no), volvió a estallar la tormenta y vemos a Indhira, sumida en un mar de lágrimas, en el baño con Arturo, diciendo que se quiere ir porque tiene miedo de lo que pensarán los suyos fuera, al ver que se lleva tan bien con alguien a quién puso a parir por todos los platós.
Pero el problema, no es ese. O a lo mejor es que yo no soy muy bien pensado o que el cuento ya es viejo. El motivo real del enésimo ataque de llanto de la india, es que es consciente de que sus celos enfermizos, ya han entrado en Defcon 2, que todo iba de puta madre mientras Arturo estaba aislado y amargado y sólo la tenía a ella, pero que ahora que el se ha abierto y ya coquetea sin reparos al menos con Mel, la rabia puede con ella y sabe que en el momento más inesperado va a estallar. Y en esta ocasión, ni siquiera tendrá la excusa (para quién se la quiera tragar) de que es una mujer traicionada y abandonada, porque ambos dejaron bien clarito (sobre todo ella), que eran sólo amigos sin derecho a nada.
Sinceramente, esta chiquilla me está empezando a dar pena de verdad. Hablo totalmente en serio. Tiene un serio problema de celos enfermizos y su autoestima está bajo cero (cualquier mujer mínimamente atractiva que tenga cerca le da pánico y la mira con recelo, sintiéndose inferior y preparando sus garras para el ataque). Mejor haría Zeppelin y Telecinco en preocuparse un poco por la salud mental de la cría, en vez de seguir exprimiéndola como un puto monigote de feria que parece que sólo les interesa para hacer caja. Y sus seguidoras, en vez de jalearla, mejor harían también en darle solamente cariño, que lo necesita a manos llenas.
De Mercedes Milá, nada puedo esperar. Si alguna duda tenía de quién era, el viernes a la noche, me confirmó que sólo es un puto despojo humano, una puta mierda de persona, capaz de mentir sin despeinarse acerca de algo que sabe perfectamente que es falso y de ser tan inmunda y despreciable, como para sacar el tema de una enfermedad para atacar a una persona a la que odia (quizás porque le está comiendo la tostada al metiroso de su amigo).
Y gracias también a Tatiana por ser tan cobarde y mierda como para callarse y negar todo lo que realmente sabía, no fuese que pudiese perder las migajas que la Milá y Telecinco (o Zeppelin), le arrojan como si de una perra callejera se tratase.
Asi pués, la noche fue larga, con Indhira en el confesionario, amenazando con irse, con Arturo reclamando un catálogo de ex Grandes Hermanas para elegir a su sustituta, con todos opinando abiertamente del tema Indhira (genial la conversación nocturna con luces apagadas de las imprescindibles Ainhoa y Raquél) y con Nico revelando perlas de Nicky (“No sé de qué va ahora de que no fuma y no bebe, cuando yo le he visto meterse farlopa y fumar y beber a tope, colega. Y no soy un chivato, pero yo he estado en Crónicas Marcianas”… im-presionante).
Y como aquí no dejan de pasar cosas (esto es el sueño de mi vida, hecho realidad. Estoy en una puta nube), y ahora mismo, por fin Bea y el de Gijón han entrado en brote y amenazan con acabar a hostia limpia, me despido por ahora no sin antes dejar una pincelada sobre el italiano Nicola…
Cada día me recuerda más este puto crack a un Tony Soprano hiperactivo y deslenguado. Me lo imagino, abrazándose a un tipo, llevándose el puño cerrado al corazón y prometiéndole amistad eterna, para verle salir al cabo de un minuto por la puerta, sabiendo que al otro lado le espera un sicario al que él mismo ha ordenado que le reviente la tapa de los sesos y se deshaga del cadáver, sin dejar un solo rastro de sangre. Y como él no sabe (manda huevos, se lo sabe todo), lo que es ser Arturista e Indhirista, desde ahora mismo, yo me declaro Nicolista para los restos (o al menos hasta que haga algo que me siente como una patada en los cojones y me obligue a ponerlo a parir, aunque confieso que el tipo, ya desde GH5, siempre me ha caído de puta madre).
Y me despido, dejando un par de nuevas perlas para el Diccionario Nickesiano. Otro elemento también imprescindible e imposible de definir:
“Cuando la faba entra en ebullición”, al explicar como se hace una fabada.
“Que alguien les de la prebenda a Arturo e Indhira”. Traducción: “Que alguien avise a Arturo e Indhira que les va a tocar ya el turno”.