sábado, 13 de febrero de 2010

Todo por un sueño.

Vuelvo a recular, a rectificar, a tratar de solventar la metedura de pata en la que ayer caí como un puto imbécil, cuando llegué a sentir incluso lástima por la india.

Cada vez tengo más claro que la única verdad está en los resúmenes y que estos son la biblia y su hacedora, la suma sacerdotisa del templo.

Arturo erró al arrojar el calimocho de su vaso en el plato de Indhira. Espero que se arrepienta de su acto y que pague por él, porque lo que tenía que haber hecho era reventarle la puta cabeza y pegarle una patada en el coño que la enviase directamente a las calles de Calcuta y así que los de las globalitas se ahorrasen el billete de avión. Y que nadie me venga a tocar los cojones con la puta violencia de género, que no hablamos de eso. Lo que hablamos es de un ser dañino que, de ser un tío y no una mujer barbuda, se hubiese llevado un par de hostias por parte del de Irún hace muchísimo tiempo.

¿Se puede ser más dañina e hija de puta que esta tiparraca? ¿Se puede ser más chiflada, egocéntrica y manipuladora que ella? ¿Se puede sembrar más mierda por metro cuadrado y ser tan mezquina como para llevar por santo y seña lo de “o es mío o no es de nadie”?

Todo su rollito en la casa en la mañana de ayer, todas sus pullas contra Nagore, toda su mierda metiéndose en conversaciones ajenas que no le incumbían para nada, no es si no una demostración de los celos enfermizos de una niñata engreída, acostumbrada a que todo dios le conceda todos sus putos caprichitos. Y mientras, su madrina Milá, tolerando y alentando todo este comportamiento rastrero de una imbécil que se cree que todo lo que se le antoja es suyo y se cree la puta reina de Saba.

Ojalá, nunca a ninguna mente pensante más, se le ocurra la feliz idea de meterla en un programa para reventarlo. Y ojalá, si hay alguien que la quiera de verdad, la agarre de los hombros y le diga cuatro verdades bien dichas o la encierre en un puto psiquiátrico hasta que le curen esa puta enfermedad mental que no es de amor ni de nada que se le parezca, si no de obsesión, egocentrismo, afán de posesión, de protagonismo y de tratar de conseguir por todos los medios todo lo que se le antoja a su coño.

Y la dejo ya, para los restos, porque para mí sí que ya está muerta y enterrada.

Y lamento que Arturo se haya tenido que ir (sigo pensando que conscientemente), azuzado por las amenazas de esta sinvergüenza de tres al cuarto, que se cree capaz de manejar el destino y la vida de un pobre diablo que un día cometió la torpeza de pegarle el polvo que nunca nadie le había pegado y se condenó eternamente a que esta Glen Close de cuarta, le hiciese la vida imposible para los restos.

Cambio de tema por completo, que esta puta historia, ya me aburre y me da ganas de vomitar como al otro.

Pepe reina en la casa. Lo tiene fácil, no tiene enemigos. Y las pobres memas de la Marquesa y la Choni, se lo están poniendo a huevo, machacándole sin descanso, tratando de cobrarse derrotas de hace cuatro años, que ni olvidan ni perdonan. Estas dos torpes, que no paran de rajar de D. José Antonio a la mínima ocasión, certificaron su salida el próximo martes, en el momento en el que, con la compañía de la legionaria correveidile (la mayor bienqueda que hay en esa casa), le hicieron al madrileño uno de sus habituales trajes a medida, muertas de rabia y de impotencia al ver que el otro, se había llevado a Raquel Lo al jacuzzi, para explicarle el por qué durante todos estos años, la había ignorado (la historia, por lo poco entrevisto en el 24 gracias a los cortes de los cabrones de siempre, promete ser uno de los greatest hits del madrileño, con una milonga a la altura de la fémina que tenía en frente). El hecho de que ellas dos, fuesen conscientes que en nada (y con muy poco esfuerzo), el Gran Señor Oscuro (que en poco más de un día, se ha quitado a su única rival real, Indhira, de un plumazo, sin que nadie ahí dentro se haya enterado siquiera y ganándose encima el favor de la tonta y de su corte de fanáticas seguidoras), tendría a Raquelita otra vez comiendo de su mano (por ir atando cabos y por rizar el rizo, porque la misión en esta ocasión, le está resultando aún más fácil que la primera vez), las sacó de quicio definitivamente y las llevó a perder los escasos papeles que aún les podían quedar, de un simple plumazo, retratándose como lo que son: dos sombras mediocres y vacías a las que nadie recuerda por otra cosa que no sean sus enfrentamientos con el Gran Dios.

Este festín… a cada segundo me gusta más. Por favor… ¿alguien podría hacerlo durar por lo menos un año en un no parar continuo de salidas y entradas?

Es más y sé que es una locura, pero… ¿sería posible que el martes volviese a entrar en la casa Arturo con Nagore de pareja y Carlos H con Iván a ver cuanto tardaba el madrileño en sacar de quicio al cántabro?

Me despido con estas súplicas hasta el lunes.

Pero eso sí, del 24 horas, yo no me despego ni para dormir.

PD.: Por cierto, Melania ha ganado muchísimos puntos para mí a raíz de su enfrentamiento con la india. Pero veo que es tan incongruente como yo (por eso a veces, pocas, la adoro), porque querer que siguiese Arturo en el juego con otra nueva pareja (antes de que le expulsasen), y que se largase la india, se me hace deliciosamente incompatible (y muy muy muy apetecible también, claro está) con la indignación demostrada por la de Morella ante el hecho de que la Doñita se quedase en la casa, una vez que los de arriba hubiesen expulsado a su pareja de concurso.

miércoles, 10 de febrero de 2010

El mayor espectáculo del mundo.

Como siempre que escribo, quiero dejar claro que sólo expreso mi opinión. No pretendo (aunque por el tono siempre lo parezca), sentar cátedra ni por asomo, ni tampoco parecer la verdad absoluta (no soy la Milá, por suerte).

Ayer tarde, Arturo se autoexpulsó del programa (al menos a mi modo de ver), haciendo exactamente lo que sabía que daría con sus huesos en la calle, sin pago de indemnización y sin tener que pasar un minuto más en una casa que siempre le agobió y en la que jamás estuvo a gusto.

La organización, puso el listón muy alto con la expulsión de Gonzalo (por una sandez). Lo mantuvo al mismo nivel (por lo menos), con el famoso vaso de agua de Indhira a Carol y abrió de par en par una trampa “legal”, para que cualquiera que se quisiese ir sin pasar por taquilla, lo consiguiese simplemente con arrojar el contenido de un vaso encima de un contrincante.

Cierto es que Indhira estuvo tocándole los cojones todo el día de ayer. Cierto es que le “provocó” (es evidente hasta para un ciego). Pero el de Irún ha aguantado cosas mucho peores de la diva, sin hacer algo ni remotamente parecido (aunque el acto de arrojar el calimocho, como el del agua de Indhira, sea una solemne chorrada).

E insisto en que el acto es totalmente calculado y premeditado, puesto que cuando uno arroja a otro un vaso (su contenido, lo doy por supuesto) de forma espontánea y caliente, no se lo arroja dentro de un plato, si no a la cara o a su cuerpo. Salvo que quiera evitar en la medida de lo posible, que se le vuelva a tachar de violento (o incluso se resucite el mito del maltratador).

Arturo jamás ha sido feliz en esa casa. Entró casi por compromiso, para ganar unos cuantos miles de euros en unos pocos días. Contaba con que todo acabaría este domingo (diez días) y suponía incluso que su compañera de encierro sería su amiga Nagore. Pero le fallaron los cálculos. Primero porque le metieron a Indhira (de ahí su cabreo y rechazo inicial) y segundo porque cuando ayer vió entrar a la marquesa y a Bea, comprendió con claridad que el circo no terminaría cuando él lo esperaba, si no que la duración del partido era ya indeterminada. El conocer la cuantía del premio, le hizo ya tirar la toalla definitivamente, porque como bien comentó, esos posibles 30 mil euros del ganador (la mitad de los 60), se los sacaba en tres o cuatro bolos con la gorra. Y aguantar hasta el final, le suponía quizás perder muchas semanas de trabajo fuera.

Así pues, aprovechándose del desequilibrio de una pobre niñata (tan perdida y tan monito de feria de todo este circo, que ya empieza a dar lástima), no perdió la oportunidad de “saltar la verja” y pirarse hacia el mundo libre.

Y en su huida, por suerte y en justicia, no arrastró consigo a Indhira, porque en el fondo si nos paramos a pensar, hubiese sido una sandez a todas luces.

Cierto es que concursan por parejas, pero por favor, no abramos otra puerta más a la trampa. Porque imaginemos que alguien (Raquel López, por ejemplo), quiere cobrarse viejas deudas con Pepe (que las tiene y muchas) y joderle para que no gane el premio final. ¿Aceptaríamos que Pepe fuese expulsado porque el espejismo (como la denomina la “simpática” Melania) quisiese joderle vivo y armase alguna para que la expulsasen a ella y así poder llevarse por delante a su compañero de equipo?

Y no nos rasguemos las vestiduras porque cambien a su antojo unas normas que hasta desconocemos. Porque lo han hecho SIEMPRE. Y hemos tragado con todo y tragaremos lo que nos echen. Y lo saben, porque somos yonkis, yonkis de este puto espectáculo, delicioso, impresionante, maravilloso, de cartón piedra pero pura diversión sin freno ni límite conocido. Porque por mucho que nos queramos poner dignos, la mayoría de nosotros está relamiéndose se gusto pensando en que Nagore o Tatiana (incluso Carol, aunque mi sueño húmedo sigue siendo Gonzálo, EL PUTO TITIRITERO, el showman más enorme que ha entrado en GH11), entren cuanto antes en esa casa para formar tandem con la india.

Decían Paul Weller (sí me repito, lo sé y me importe tres cojones citar mil veces la misma frase de un genio), que el público tiene lo que el público quiere. Así que, como decía un también genial mensaje de ayer en el 24 horas.: “Dejar de hablar de expulsiones ke parece ke las regalan.Ahora cn toda sta movida es como mas va a molar”.

Eso sí, podemos patalear un poco, que eso siempre nos dejará la sensación de mantener la dignidad intacta. Aunque ¿quién coño necesita ser digno cuando le están dando un festín tan delicioso que no hace otra cosa que engullir como un tragaldabas? ¿Quién cojones necesita sentirse el ser más equilibrado y justo del universo, cuando le están pegando uno de los polvos de su vida? Porque (y sigo hablando por mí), para un cerdo como yo, lo que tengo ahora mismo en pantalla, es un PUTO POLVAZO GUARRO DE TRES PARES DE COJONES.

Así que, al que no le guste, que apague el televisor, que es todo tremendamente fácil.
Y por favor, antes de repetir la cansina letanía de que todo esto está montado para que gane Indhira, seamos un poco conscientes de que a Telcinco y a Zeppelin, les importa tres pares de cojones quién se lleve el botín de este maravilloso invento (son empresas, sólo buscan el beneficio y este se llama share e ingresos por publicidad). Y por supuesto les importa tres cojones Indhira, a quién han convertido en un monito de feria que les suena a caja cada vez que la miran. Y esa cría desequilibrada y al borde del más absoluto caos mental, les da tanto dinero dentro como fuera y seguirán exprimiéndola hasta que no le quede dentro ni una puta gota de sangre, momento en el cual la tiraran a la basura, como han hecho y harán con todos los juguetes rotos y viejos que ya no sirven para nada.

Yo, por mi parte, después de la decepción sufrida con una rusa que reconoció en privado haber sido timada y prefirió callar para alimentarse de las migajas, ya no siento más que un ligero cariño por todos ellos y sólo les pido (les exijo), que me den un buen espectáculo.

Y de momento me están dando el más grande que yo haya visto jamás en una pantalla de televisión.

Y por cierto, para finalizar, Pepe Herrero, sigue siendo el jugador más cabrón e hijo de puta de todos los tiempos. No ha cambiado absolutamente nada, sigue siendo el mismo tahúr genial que me enamoró en GH7. Su aprovechamiento ayer del momento calimocho, fue brutal, asqueroso y deliciosamente inolvidable (ese “Cada uno tiene unos principios”, me hizo adorarle otra vez, porque no imagino siquiera los esfuerzos que tuvo que hacer para no descojonarse). Pero de momento, le ha fallado la mitad del truco, porque seguramente sólo pretendía desgastar a la pareja que ya no existe y conseguir que se fueran los dos de una tacada.

Sin embargo, en el momento “consolador” que tuvo con la india en el jacuzzi, no escatimó esfuerzos en dejar bien claro lo bruja que era la chiquilla (entre risas, casi como una broma que la pobre tonta casi le rió halagada) y que quizás estábamos asistiendo al nacimiento de una nueva Angela Chaning.

Qué bueno sigues siendo, cabrón. Yo diría incluso, que mejoras con los años.

El Retorno del Rey.

“Dí que pongan la marcha imperial. A toda hostia. Diles que inunde la puta noche, que llega Dios.” (Senador Palpatine, Crónicas de GH11 es otra historia).

Donde dije digo, digo Diego.

Ha llegado el Rey. El Puto Amo.

Ha llegado DIOS.

Desde el momento en el que le ví en la sala de expulsiones, cayeron todas mis barreras, saltaron todos los peros por los aires y me quedé sin palabras. Luego, bastó una simple frase, casi un primer saludo, para que se me cayeran los cojones al suelo y con la carne de gallina, supe que el Rey había llegado a su casa. Como diría la Zellweger “Me tenías sólo con el hola”.

Y a pesar de su extraña pareja, a pesar de que él y nosotros somos ya algo más viejos, mucho más gordos, con arrugas nuevas en el rostro y heridas en el alma que han ido apareciendo por el camino, fuimos legión los que estuvimos con él y Dayron hace exactamente nada. Ayer mismo. Porque en el fondo, por mucho que hayamos cambiado, creo que muchos (como yo), volvimos anoche en el tiempo, tiramos de recuerdos y sentimos que algo nuevo había sucedido dentro de esa casa de magia y sueños. Algo familiar, cercano, la pura emoción de reencontrarnos con nosotros mismos, al otro lado del espejo.

En mi caso concreto, si yo ahora mismo estoy aquí, si llegué a internet un día y naci en estos mundos, con un nuevo nombre, sacado de un personaje de “La Guerra de las Galaxias”, en honor al Lado Oscuro, y llegué una tarde a una casa llena de locos en la que durante años fui feliz y sentí como mi hogar, fue por Pepe Herrero (y por Dayron, tan inmenso como él, porque para mí, siempre serán uno y por el cubano, siento aún más cariño que por el madrileño, ya que para mí, sigue siendo la persona más buena que jamás ha pisado esa casa), el Gran Señor Oscuro, el inmenso tahúr, el que un día, con una pieza de cerámica y un par de cuentas simples (pero que sólo él supo imaginar y utilizar), cambió para siempre el rumbo de este programa, que después de él, ya nunca ha vuelto a ser como antes.

Único, grandioso, inimitable, siempre mirando desde la cima más alta a todos los que fueron y a los que llegaron después, con su ácido sentido del humor aún intacto (la charla con esa pseudo marquesa que en su inmensa chifladura o jeta, dijo que ella era su gran rival, fue de antología), volvió a brillar nada más cruzar la puerta de entrada de Guadalix (su reino), olvidando un reciente pasado gris en el que no llegó jamás a recibir todo lo que su inmenso talento se ha merecido.

Porque Pepé Herrero es Gran Hermano y a veces tengo la sensación de que sólo entre esos muros es él mismo y que solamente entre esas paredes es quién siempre quiso ser y que la casa y él se alimentan uno del otro, como si se necesitasen de forma desesperada para seguir respirando.

Pués bien, el Rey ha vuelto a su trono. Y mucho me temo que ni Arturos, ni Indhiras, ni hostias en vinagre, conseguirán arrancarle su corona o por lo menos, no lograrán hacerlo sin dejarse la piel y la sangre en la batalla. Porque el partido, ya ha dejado de ser un solteros contra casados y si alguno de los nuevos cachorros quiere ganarlo, le costará sudor y lágrimas.

Y antes de despedirme y cambiando por completo el chip, solamente decir que la despedida de ayer de Raquel y Noemí, con la madrileña desolada y llorando sin pudor alguno en plató, ha sido una de las escenas más tristes y crueles que jamás he visto en ese programa. Un cuadro de dolor, de heridas que jamás se cerrarán, de marcas en el rostro que no son si no el reflejo de cicatrices mucho más profundas e imborrables que se han enquistado en el alma. Y sentí una pena inmensa por Raquel (por el gran cariño que le tengo y por todo el amor inmenso que ella siente por este programa). Pero anoche, quizás por primera vez, me sentí mucho más cerca de Noe, de la mala, porque a ella se la ha juzgado y sentenciado hace tiempo, sin reparar en que (a pesar de sus muchos errores y de todo lo que pueda ser como persona), ella también perdió mucho en aquel maldito coche, y no por llorar menos, puedo olvidar que su vida también quedó marcada ese día. Y en su caso, sin posibilidad de tener el perdón de nadie y probablemente sin poder olvidar y echarse la culpa de algo en lo que nadie ha sido culpable.

Pero esa es otra historia, una de lágrimas y odio, de hiel amarga y sueños rotos para siempre.

Y en esa casa, hay demasiada vida como para seguir mirando un dolor que nadie excepto ellas dos, pueden llegar algún día a empezar a tratar de olvidar.

martes, 9 de febrero de 2010

That's life.

Por mucho que a algunos no les gusta este juego, por mucho que les irrite la presencia de Indhira y Arturo, por mucho que algunos se empeñen (desde dentro y desde fuera) en focalizar la atención en la pareja, siento tener que llevarles la contraria, pero a mí me fascina este jodido invento, no me molesta para nada la presencia de los dos ex de GH10 (más bien al contrario, me han dado casi más diversión en una semana que en todos los meses anteriores) y desde luego, muchos de los otros, tienen al menos para mí, un protagonismo y una presencia muy superior a la de los eternamente nombrados.

Todas estas bondades que para mí tiene esta historia, las disfrute ampliamente en el resumen de ayer. Me reí a carcajada limpia en muchos momentos (en casi todos), permanecí como casi siempre absorto en la pantalla, me ví a mí mismo con una sonrisa en los labios en esa escena de cama de los que ya no son amantes (sobre todo en ese instante casi mágico en el que ella, de forma inconsciente, le levanta el pantalón a él para verle el culo o intuyendo ese calentón que crecía poco a poco en ella, sin que fuese lo suficientemente consciente como para disimularlo) y me descojoné abiertamente viendo a ese extraño y fascinante dúo (casi propio de un tierno guiñol de gente abollada) protagonizado por Bea y Nicky, en estos momentos (y en mi opinión), la única pareja imprescindible de la función (junto con Nico y Ainhoa).

Verlo a él hasta los cojones de ella y a ella haciendo todo lo posible por tocárselos (ahora quiero coca-cola, ahora quiero bailar), mientras el de Gijón mostraba todo su repertorio de resignados gruñidos, atados por esa cuerda (qué gran invento, joder, qué genial en su sencillez), ese “ahora te sientas y meas”, aquel “ahora ya no tengo ganas, se me han quitado”, el otro genial “¿Se te ha cortado el chichi?” y el rotundo final “el chichi no”, me hizo olvidar todas esas historias en la que a veces nos embarcamos, entrando en un cansino bucle sin fin, de que si el dinero, los intereses, las manipulaciones y demás zarandajas turbias (aunque me temo que imposibles de eliminar si queremos que el circo siga en movimiento) en las que nos sumergimos cuando la mala hostia y el cansancio nos derrotan a menudo. Sí, todo esto es cierto y quizás más y el castillo probablemente este recubierto de mentiras, de trucos baratos y de trampas infames. Pero los cimientos de toda esta historia, por mucho que incluso los responsables de todo esto lo desconozcan o lo olviden, están formados por un grupo de seres humanos que siguen regalándonos pedazos de su vida a cambio de casi nada.

Y contra esa vida que se cuela imparable por cada grieta de ese caparazón en el que el sistema pretende muchas veces domarla, es tan imparable y tan hermosa que compensa con creces todas las mentiras, toda la mugre, todo el comercio y todos los intereses bastardos que se mueven en torno a este programa.

Y todo lo demás, en el fondo, me importa un carajo. Porque es tanta la verdad que subyace entre tanta mentira, que como cantaba Nacho Vega “nadie puede pararla”.

Por eso adoro este programa, por eso me conquista y me derrota aún en los momentos extremos en los que creo que estoy al límite y que a punto estoy de cerrar el ordenador y apagar la tele. Porque debajo de las máscaras y del dinero, laten vidas que se muestran en toda su verdad desnuda, aunque sólo sea en esos segundos en que los disfraces caen y sólo se ven los huesos y la piel. Y porque a pesar de los pesares, no consigo (ni quiero) apartar la vista de esa pantalla y olvidarme de esa casa, ni siquiera cuando siento un desprecio infinito por su patética presentadora, por los presuntos ladrones del prime time o por esa panda de colaboradores (a menudo impresentables y cansados) que ni siquiera valoran que están cobrando por un trabajo por el que muchos estaríamos casi dispuestos a pagar por hacer.

domingo, 7 de febrero de 2010

Porque la vida, puede ser maravillosa.

Resulta difícil y apasionante seguir este juego, si pierdes algún detalle o alejas, aunque sea durante breves instantes la vista de la pantalla. Cómo decía mi querido calvo (creo que era él), si parpadean se lo perderán.

Desde la tarde del viernes, hasta esta mañana de domingo en la que escribo, han pasado tantas y tantas cosas que, tratar de narrarlas con detalle es tarea de locos. Y yo no tengo ni la capacidad ni la paciencia para hacerlo. Aún así, como soy un bocazas y no puedo dejar de escribir de forma compulsiva cuando algo me atrapa y me emociona, voy a tratar de parir un cagarro que no me de mucho asco.

El viernes por la tarde, Indhira y Arturo (fundamentalmente este), parecían dos perros acorralados, hasta los cojones de todo y con ganas de saltar la verja y abandonar la partida. Sintiéndose aislados y observados continuamente por el resto en cada uno de sus movimientos, el de Irún, afirmaba que se largaba de allí el domingo próximo y que no renovaría su contrato bajo ningún concepto. Y la india, encantada de tenerle sólo para él (como amigos, que parece que el vasco ha aprendido la lección y ahora afirma que su delfín ya no es “salvaje”, si no “de zoológico”), asentía y parecía desear largarse con él (o al menos, que el se pirase sólo y así mantenerle alejado de las mujeres de la casa).

Pués bien, tras una noche de acercamientos y buen rollo (previamente, todos los demás ratoncillos habían ido al confesionario a pedir a gritos que echasen a la feliz parejita… o eso comentó Melania el sábado por la tarde), nos despertamos en la mañana de ayer con un buen rollo cojonudo, con un Arturo feliz, integrado y en su salsa, hablando con todos y llegamos a la noche, con el vasco diciéndole por cuarta vez en el día a Melania, lo buenísima que está, a la de Morella poniéndole ojitos y pidiéndole por favor que su pescado de la cena, se lo haga a la plancha vuelta y vuelta sin nada más. Al mismo tiempo que tenía lugar esa conversación, justo al lado, Indhira escuchaba a Piero contar su vida y milagros (después de casi cuatro horas el pelmazo del italiano, había dejado POR FIN de hacer sus putos ejercicios gimnásticos y le prestaba una mínima atención a otro ser vivo).

Todo parecía en calma e incluso menda, fantaseaba con un cruce entre parejas que avivase la función, rodeados los cuatro por secundarios impagables que aderezaban la salsa, convirtiendo el festín en un suculento manjar (probablemente el mejor y más delicioso que yo he degustado dentro de esa casa). Pero (tras el enésimo corte de los hijos de puta de Zeppelin, que fieles perros de su ama Pilar Blasco, no cejan en robarnos y jodernos continuamente, privándonos de más de la mitad de todo lo que pasa, da igual que paguemos que no), volvió a estallar la tormenta y vemos a Indhira, sumida en un mar de lágrimas, en el baño con Arturo, diciendo que se quiere ir porque tiene miedo de lo que pensarán los suyos fuera, al ver que se lleva tan bien con alguien a quién puso a parir por todos los platós.

Pero el problema, no es ese. O a lo mejor es que yo no soy muy bien pensado o que el cuento ya es viejo. El motivo real del enésimo ataque de llanto de la india, es que es consciente de que sus celos enfermizos, ya han entrado en Defcon 2, que todo iba de puta madre mientras Arturo estaba aislado y amargado y sólo la tenía a ella, pero que ahora que el se ha abierto y ya coquetea sin reparos al menos con Mel, la rabia puede con ella y sabe que en el momento más inesperado va a estallar. Y en esta ocasión, ni siquiera tendrá la excusa (para quién se la quiera tragar) de que es una mujer traicionada y abandonada, porque ambos dejaron bien clarito (sobre todo ella), que eran sólo amigos sin derecho a nada.

Sinceramente, esta chiquilla me está empezando a dar pena de verdad. Hablo totalmente en serio. Tiene un serio problema de celos enfermizos y su autoestima está bajo cero (cualquier mujer mínimamente atractiva que tenga cerca le da pánico y la mira con recelo, sintiéndose inferior y preparando sus garras para el ataque). Mejor haría Zeppelin y Telecinco en preocuparse un poco por la salud mental de la cría, en vez de seguir exprimiéndola como un puto monigote de feria que parece que sólo les interesa para hacer caja. Y sus seguidoras, en vez de jalearla, mejor harían también en darle solamente cariño, que lo necesita a manos llenas.

De Mercedes Milá, nada puedo esperar. Si alguna duda tenía de quién era, el viernes a la noche, me confirmó que sólo es un puto despojo humano, una puta mierda de persona, capaz de mentir sin despeinarse acerca de algo que sabe perfectamente que es falso y de ser tan inmunda y despreciable, como para sacar el tema de una enfermedad para atacar a una persona a la que odia (quizás porque le está comiendo la tostada al metiroso de su amigo).

Y gracias también a Tatiana por ser tan cobarde y mierda como para callarse y negar todo lo que realmente sabía, no fuese que pudiese perder las migajas que la Milá y Telecinco (o Zeppelin), le arrojan como si de una perra callejera se tratase.

Asi pués, la noche fue larga, con Indhira en el confesionario, amenazando con irse, con Arturo reclamando un catálogo de ex Grandes Hermanas para elegir a su sustituta, con todos opinando abiertamente del tema Indhira (genial la conversación nocturna con luces apagadas de las imprescindibles Ainhoa y Raquél) y con Nico revelando perlas de Nicky (“No sé de qué va ahora de que no fuma y no bebe, cuando yo le he visto meterse farlopa y fumar y beber a tope, colega. Y no soy un chivato, pero yo he estado en Crónicas Marcianas”… im-presionante).

Y como aquí no dejan de pasar cosas (esto es el sueño de mi vida, hecho realidad. Estoy en una puta nube), y ahora mismo, por fin Bea y el de Gijón han entrado en brote y amenazan con acabar a hostia limpia, me despido por ahora no sin antes dejar una pincelada sobre el italiano Nicola…

Cada día me recuerda más este puto crack a un Tony Soprano hiperactivo y deslenguado. Me lo imagino, abrazándose a un tipo, llevándose el puño cerrado al corazón y prometiéndole amistad eterna, para verle salir al cabo de un minuto por la puerta, sabiendo que al otro lado le espera un sicario al que él mismo ha ordenado que le reviente la tapa de los sesos y se deshaga del cadáver, sin dejar un solo rastro de sangre. Y como él no sabe (manda huevos, se lo sabe todo), lo que es ser Arturista e Indhirista, desde ahora mismo, yo me declaro Nicolista para los restos (o al menos hasta que haga algo que me siente como una patada en los cojones y me obligue a ponerlo a parir, aunque confieso que el tipo, ya desde GH5, siempre me ha caído de puta madre).

Y me despido, dejando un par de nuevas perlas para el Diccionario Nickesiano. Otro elemento también imprescindible e imposible de definir:

“Cuando la faba entra en ebullición”, al explicar como se hace una fabada.

“Que alguien les de la prebenda a Arturo e Indhira”. Traducción: “Que alguien avise a Arturo e Indhira que les va a tocar ya el turno”.

viernes, 5 de febrero de 2010

Qué los dejen ser felices!!!!

Al final, hemos tardado menos de 24 horas en averiguar que el gran secreto de este maravilloso invento que Zeppelin se ha sacado de la manga, no era si no el acertijo que planteaba sin decirlo en su título. Realmente, el programa no se llamaba GH: El reencuentro. Algo se les cayó por el camino o lo ocultaron adrede para darnos una grata (según se mire) sorpresa. Porque el título real de la película era GH: el reencuentro entre la india y el delfín.

Básicamente, en estas pocas horas, estamos asistiendo sin ningún tipo de tapujo o disimulo, a un Sálvame de Luxe ininterrumpido de diez días de duración en el que, para disfrute de carpeteras y consumidoras de rancias novelas rosa, podremos contemplar como la singular parejita, se despedaza, se amiga, se soba, mima y folla, sin que el resto de comensales invitados a la mesa, pase de ser en su gran mayoría, un grupo de figurantes que apenas pueden llegar a ser vistos si no le echan un par y se salen del guión establecido. Y por cierto, los secundarios son perfectamente conscientes de esta situación y la asumen con una cierta resignación y sorna (tienen, por ejemplo, la intención de pedir a la dirección, que meta en la casa a Tatiana, Nagore o Carol, si la parejita acaba consumando… cosa que según Piero, ya han hecho).

Y realmente, he de decir que esto no me disgusta. Es más, ayer tarde, en la sobredosis de 24 horas que me pude dar (mucho menor de lo que me hubiese gustado), disfruté como un pardillo viendo como la cámara perseguía de forma compulsiva a la feliz pareja en todas y cada una de sus acciones. Ella, le miraba rendida, con ojos y mohínes de gatita mimosa en celo y él, que siempre piensa con la polla (no lo vamos a descubrir ahora), se dejaba querer, notándoselo ansioso por agradar a la chiquilla, imaginando seguramente como su polla asaltaba las puertas del ardiente templo de la virtud y el pecado, sin encontrar ninguna resistencia.

El círculo perfecto se completaba viendo los mensajes que aparecían en la parte inferior de la pantalla, en el que las fervientes adoradoras de la salerosa dama (su Indi… me parto cuando la llaman así, con esa mezcla de sentimiento de protección y adoración hacia su heroína de comic), volvían al redil y aceptaban nuevamente al que hasta hacía menos de un día había sido el anticristo de la polla gorda (para los del polla-count, ya llevo dos, creo…bueno tres… o cuatro).

Uno de los mejores fue el que decía algo así como “Que les dejen los envidiosos que olviden el rencor y sean felices”.

Vamos… el descojone padre. Yo de hecho, fui a mear y no sólo no eché ni una gota. Es que ni siquiera pude encontrármela.

Así que, fue realmente curioso, ver el maravilloso resumen de ayer (en el que la parejita se apuñalaba sin esperanza de firmar armisticio alguno), justo después de contemplar como retomaban su hermosa historia de pasión incontrolable y ansiosa. Es curioso cómo pueden cambiar las cosas en unas pocas horas, cuando la gana de joder aprieta y el dinero se acerca llamando a la puerta.

Por otra parte, en los secundarios también hay grados. Desde los casi invisibles, apáticos (y hasta antipáticos) Desi y Nacho (que parece que han venido a cobrar sin despeinarse demasiado… al menos de momento, porque a ella la veo con el cuchillo preparado para rebanarle el cuello y ajustar antiguas cuentas y despechos eternos), hasta los “narradores” (cronistas infiltrados) que forman la pareja Piero y Melania que, aislados del resto siempre que pueden, se dedican a analizar de forma minuciosa al resto de sus compañeros (ella, por cierto, sigue a ratos tan insoportable e intragable como solía ser a “media jornada”).

Y por allí pululan Raquel y Noemí, a punto de hacer las paces (y quizás de protagonizar algún “remember”…. Yo si fuese el marido de la catalana, estaría ya agrandando los marcos de las puertas), Ainhoa (siempre un encanto, siempre divertida y cercana), mi maravillosa legionaria (con su ternura y zafiedad intactas) y un Nico que siempre me ha encantado (los italianos son mi debilidad… me cae de puta madre hasta Don Silvio), tratando de llevarse una porción del pastel y lograr su cuota de protagonismo.

Y junto a ellos, el inefable, insoportable, pedante, insufrible e imprescindible Nicky (cómo pudo alguien no querer a este tipejo dentro de la casa otra vez… las personas que se lamentaron de su vuelta, como dice el chiste de los que son del Betis y de Curro Romero, ¿cuándo disfrutan?), conocedor de lo que es esto y consciente de que su única oportunidad de brillar es convertirse en el alter ego de la parejita, desquiciando por completo al menos a uno de ellos. Y lleva buen camino (es un profesional capaz de hacer que Ghandi empuñase un rifle de asalto para reventarle a tiros la puta cabeza), porque ayer noche, Arturo ya lo miraba en silencio con ganas de arrancarle las tripas y hacerse un collar con ellas (sin mencionar la gloriosa perla que le soltó el vasco al del “gijonenco” cuando este mencionó que le gustaría tener un hijo propio. “¿Tanto ha avanzado la tecnología?”, le dijo sin despeinarse).

En conclusión, que yo este fin de semana, me voy a meter 24 horas en vena hasta que me duelan los ojos, porque esta fiesta no me la quiero perder ni jarto de vino y grifa.

Y por favor, que no se acabe el festín dentro de 9 días.

A ser posible, que dure tres años y que vayan metiendo a gente de reemplazo.

jueves, 4 de febrero de 2010

Más, muchísmo más.

Antes de empezar a desbarrar y dejarme llevar por este emoción intensa y brutal que me domina, quisiera tratar de emborronar con unos trazos (gruesos, no puedo definir lo indefinible), ese encuentro entre Desi (mi Desi) y Nacho. Esa conversación a media voz, esa bendita escena de reencuentro de una pareja que quizás nunca fue tal, ese poso de rencor que se notaba en las palabras de ella, ese intento de apagar el tenso silencio por parte de él, la búsqueda quizás de un perdón temporal, tal vez de una pequeña tregua que impidiese el resurgir de viejos reproches. Una película triste, desgarradora casi, que me cortó la respiración por momentos. Un pequeño pedazo de vida, cruel y hermosa. Seguramente, la escena más bella, sincera y brutal que jamás me ha regalado este (bendito, esta vez mucho más que eso) programa. Un viejo matrimonio roto que se encuentra pasados unos años, volviendo al viejo hotel en el que por primera vez hicieron el amor (sí, sé que sueno más cursi que nunca, pero me importa tres cojones) y ahora sólo encuentran tristes rescoldos de ilusiones rotas.

Sí, ya sé que buscaba caspa. Pero de momento, sólo he encontrado una nostalgia que me parte el alma y el viaje (en el que no logro adivinar el final, aunque espero que sea muy muy lejano) hacia un sueño que jamás pensé que pudiese llegar a hacerse real.

Y sinceramente, si la caspa llega, bienvenida sea, pero de momento, no me hace ni puta falta.

”Te has enamorado, Palpatine”… qué razón tienes, puta cabrona…

Más bien me he vuelto a enamorar. De la magia, de esa vida en la ventana. De esos momentos robados que todos ellos me regalan a cambio de casi nada. En definitiva (y a pesar de haber vivido cada una de las ediciones como si fuese la mejor de todas), de ese puto prodigio, al que aludo siempre, de forma cansina, cada vez que algo me vuelve del revés y me pone patas arriba. Y esta vez, más que nunca, me siento como un niño con zapatos nuevos, flotando en una puta nube. Y sólo pido (suplico) que no me bajen de ella dentro de diez días, que me dejen disfrutar esta fiesta todo el tiempo que sea posible, pase lo que pase.

Ahora mismo, ya ni siquiera echo de menos a alguno de los que no están. Dejé de hacerlo en el momento en el que, de forma totalmente inesperada, mi Piero y mi Melania (más viejos, pero igual de hermosos), rozaron sus cuerpos otra vez en esa casa, después de tantos años, y las chispas que saltaron, consiguieron hacerme olvidar el paso del tiempo, mientras imaginaba la humedad asaltando sin previo aviso los muslos de ella, recordando a Valentino Rossi y los besos más reales e intensos que he visto dentro de las paredes de esa casa.

Luego llegó el reencuentro de la falsedad y la brutal y cruda verdad sin tapujos, en ese confesionario casi en silencio, en el que Noemí y Raquel daban forma a un vacío que se podía cortar con una navaja que buscaba volver a hacer brotar la sangre de viejas heridas. Más tarde entró Nico, a la espera de ajustar (supuestas) cuentas con un pasado (que tardó en llegar), en forma de una Ainhoa vieja y ajada, casi sin chispa, como una cruel sombra de la guerrera que un día fue. Sólo que ese pasado no era el que realmente importaba en esa historia, si no el que supuso la vuelta a Guadalix de la “supuesta” Fresita, que llegó cual dolida ex esposa (ejerciendo de Señora Nuria), sin darse cuenta (o dándosela perfectamente), de que apenas nada parecía haber cambiado a pesar del paso de los años.

Luego vino el mismo afectado Nicky de siempre, la misma adorable Bea (eterna y deliciosa choni, sin posibilidad alguna de cambio) y un Arturo cercano e inmenso, que en dos minutos borró de un plumazo a una india muerta y vio como casi todas las hembras calientes y cachondas de la casa, revoloteaban a su vera, como animales en celo al olor de la polla más mítica que ha pisado y follado en Guadalix.

Momentos para recordar… cientos en sólo unas escasas horas, pero por ahora me quedo con Nico, preguntándole a la india qué quién era (supongo que para joderla, porque del de Irún lo sabía todo y hasta se quejó de que no hubiese preparado un calimocho) y abrazándose a Arturo a la mínima oportunidad posible. Y también con la posibilidad de que el hombre de la vida de Juana de Arco, sea el inefable Nicky (aka Ana Belén, para los amigos). Lo cual, no sé cómo le sentaría a su amada Milá, dicho sea de paso.

Pero ahora mismo, voy a dejar la mala baba para otro día, porque me siento demasiado feliz e ilusionado, como para permitir que ciertas cosas me jodan la fiesta.

De momento, sólo quiero disfrutar de este sueño, bebérmelo a borbotones y no perderme ni una sola gota. Porque para un puto friki como yo, esto es como haber llegado al paraíso. Y después de tanto tiempo llamando a las puertas del cielo, bueno es que me dejen entrar aunque sea sólo una jodida vez y aunque sea de visita.